Esto es algo que podría haber sufrido Dave Mirra y quizás James Stewart o muchos de nosotros…
Por DANIEL PEÑA ZÚÑIGA
La encefalopatía traumática crónica es una enfermedad progresiva y degenerativa del cerebro. Usualmente se presenta en individuos con una historia de trauma craneal repetitivo, con o sin síntomas. También puede afectar a las víctimas de una explosión, que sufren los efectos de una onda expansiva, a consecuencia de la cual, debido a la velocidad de la explosión, el cerebro se lesiona al impactar contra los huesos del cráneo.
Al ser una encefalopatía, es progresiva y degenerativa. Y, lamentablemente, solo puede ser diagnosticada postmortem, por medio de una biopsia cerebral en individuos en los que se sospecha el padecimiento porque presenten una historia clínica de múltiples conmociones u otra forma de lesiones a la cabeza.
Este padecimiento es de descubrimiento reciente. Fue descrito hace un poco más de un año, en Marzo del 2014. Investigadores descubrieron que el cerebro, al sufrir daños repetitivos se va degenerando y acumula una partícula exosomal, conocida como la proteína tau.
La enfermedad, antes se conocía como la Demencia Pugilística, ya que es común que se presente en boxeadores, practicantes de las artes marciales, Futbol Americano, Hockey y otros deportes de contacto.
En esta enfermedad, los síntomas que se presentan con mayor frecuencia son la perdida de la memoria, agresividad, confusión y depresión. Estos aparecen tardíamente, hasta décadas después de la ocurrencia de los traumas que la causaron.
El cerebro disminuye su tamaño debido a la atrofia del lóbulo frontal y posiblemente de los temporales. Los ventrículos laterales y el tercer ventrículo se agrandan. En muy pocos casos se afecta el cuarto ventrículo. Otras áreas del cerebro que sufren atrofia son la sustancia negra, el locus ceruleus, los bulbos olfatorios, el tálamo, y los cuerpos mamilares.
No se ha llegado a un acuerdo en cuanto al grado de daño necesario para generar la enfermedad. Sin embargo, investigaciones realizadas han demostrado que si se inmoviliza la cabeza durante dos semanas, después de sufrir una lesión sobre la misma, con ello se previene el daño al aprendizaje y la pérdida de la memoria.
Todos estos hallazgos obligan a adoptar medidas de protección que eviten o minimicen los traumatismos sobre la cabeza en los atletas, personal militar, conductores de motocicletas, etc., con la finalidad de evitar la aparición de esta penosa enfermedad. Un poco de prevención es más efectiva y cuesta menos que un mar de medicamentos.